Gente On-Line

21 ago 2007

Allá por 2005, pensando qué es lo que me gustaba hacer... para definir el rumbo de mi vida... y elegir una carrera... entre tantas posibilidades, existían dos fuera de lo común, si se quiere, FILOSOFÍA y TEOLOGÍA.
Muchos dirán que son dos cosas muy conectadas, otros dirán que no son nada fuera de lo común, pero la verdad es que estas dos opciones diferenciaban una tendencia cada una: Si estudiaba FILOSOFÍA, y filosofaba (perdón por la redundancia, pero intento rescatar un efecto remarcador) podía terminar desempleado, sin ideas ni filosofías propias, atascado con libros ajenos... y lo peor, tratando de explicarle a otras personas ideas que no son mías y tal vez no comparta; por otro lado la TEOLOGÍA implicaba decidirme en un aspecto fundamental. Tenía la intención de hacerme seminarista, con todo lo que ello implica. Y para ser sincero la idea me rodea la mente de vez en cuando. En fin, buscaba entender. Entender el mundo, mi misión en él, y la forma correcta de SER.
Lo que quería comentar con todo esto era que, después de un tiempo, logro descubrir que estas cosas deben estar presentes en la vida de una persona siempre. Es esencial. Una persona necesita buscar respuestas continuamente en la vida, sino muere... muere de ideas... muere inteligiblemente. Así también necesita estar conectado con su espiritualidad. Necesita saber que existe algo mayor a uno mismo y que su propósito en el mundo es algo trascendente a él.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te lo digo x msn
pero te adelanto


FUTURO ESCRITOR DE FILOSFIA!
JE


ke andes bien ni�o

ojala me uera tan facil escribir como lo haces vos!