El alma es un lienzo. Los perezosos lo dejan sin usar, los codiciosos lo venden, los niños juegan con él y los creativos hacen maravillas de él.

Rubios rayos de traición pintados en lienzo de papel-lija, vestidos con aires de pomposa elegancia, y con vestigios de exuberante celebración. Así recurrió la ironía kármica a la venganza nocturna del útimo día. Temblorosa la mirada al pincelar su imagen en la retina, generando la esperanza de camuflajearse en el ambiente. Si existe Dios que me saque de aquel momento, y me devuelva a otro lugar.
No hay forma elegante de zafar, no quedan aires para andar.

Tu amor es como una tímida invitación sin fecha, hora ni lugar.

Ya me acordé por qué me había alejado de estos sentimientos... es más fácil la sencillez de la soledad a la desventura de esperar algo de alguien más...